“Aquel acto de odio”, Manifiesto con motivo del primer aniversario de los atentados de Barcelona

Hoy, 17 de agosto de 2018, se cumple un año de los atentados ocurridos en las ciudades de Barcelona y Cambrils.

Desde el  Ilustre Colegio de Abogados de Sabadell queremos recordar a todas las víctimas inocentes de  aquel incalificable acto de odio.

Sin duda aquella acción, movida por el odio, no era nueva para nuestra sociedad. Es más, lamentablemente, acciones parecidas han pasado otras veces.

Un acto terrorista quizás es la extrema manifestación de este sentimiento humano que denominamos odio.

Pero si estamos un poco atentos a lo que pasa en nuestra sociedad y al fenómeno de las redes sociales denominado "Comunidad burbuja", donde las fuentes de información se homogeneizan y se pierden espacios respetuosos de debates de ideas y posibilidades de entendernos, nos daremos cuenta de que el odio no sólo hace daño cuando se manifiesta de una forma extrema.

Nadie negará que es positivo que los miembros de la sociedad discutan; está claro que hay que competir intelectualmente. La pugna de ideas siempre es válida, pues es una de las bases del progreso humano.

Ahora bien, lo que no puede ser es que la confrontación de argumentos nos lleve a pensar que el otro está equivocado. Y precisamente esto es lo que está calando con la cada día más visible "comunidad burbuja". Se da una normalización de la intransigencia donde el debate siempre es destructivo y dónde es imposible pactar un proyecto común más allá de nuestra visión del mundo.

Desde el Colegio de abogados queremos hacer una pequeña reflexión de las consecuencias de la radicalización.

La denigración de aquello que piensa el otro, del odio hacia lo qué piensa el otro, nos puede traer al desconocimiento del otro; del valor de reconocer al otro. Y esto es un grave peligro. Es un peligro porque cómo se sabe en la historia humana y en situaciones extremas ha llevado a que se pueda matar a otros simplemente porque piensan diferente, porque son diferentes; porque no hay que conocer las ideas de los otros.

Y quizás es esta la clave. El desconocimiento del otro puede comportar el colapso de nuestro sistema de convivencia.

Si el odio como reacción a las ideas del otro se impone y no mantenemos como valor supremo "una burbuja de tolerancia social" es muy posible que llegamos a la imposibilidad de aceptar la alternativa en formas de vivir, de pensar, de ser gobernados.

Así las cosas, la forma de gobierno democrático está en peligro. La democracia sólo avanza si la sociedad es tolerante consigo misma, con las herramientas de la crítica y el pluralismo de pensamiento.

Este es un principio ético que no tendríamos que olvidar.

Si no fuera así, cada vez que se emita un juicio de valor corremos el riesgo de que nuestro pensamiento sea interpretado como una ofensa o, incluso, como un delito.

Ilustre Colegio de Abogados de Sabadell
Comisión de defensa de los derechos humanos